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Débora acostumbraba sentarse bajo una palmera que estaba entre Ramá y Betel, en el monte de Efraín. Los israelitas iban a ese lugar, conocido como «La palmera de Débora», para que les hiciera justicia. Un día, Débora mandó llamar a Barac hijo de Abinoán, quien era de Cedes de Neftalí. Cuando Barac llegó, ella le preguntó:

«El Señor y Dios de Israel te ha dado una orden, ¿no es verdad? Te ha dicho: “Ve y reúne a tu gente en el monte de Tabor. Toma diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón. Yo voy a hacer que Sísara, el capitán del ejército de Jabín, vaya al arroyo de Cisón con sus carros y su ejército, y allí lo entregaré en tus manos.”»

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